lunes, octubre 02, 2006

Grandes artistas del mundo musical y su mierda (parte 1)

Hacía tiempo que quería quedarme con la última palabra del infame grupo que se conoce como TATu (lo digo porque han tenido más nombres). No soy original si me pongo a decir "mierda marketing, que se joda el capitalismo, puta policía!!", y mucho menos si suelto un "tuvieron mucho valor al decir públicamente que eran lesbianas. Toda la gente superguay somos bisexuales". Ambas partes, aunque excluyentes, son pésimas.
Pasemos a temas que me preocupan. Temas que captan la atención del que parece ser el único gilipollas de la tierra que se deja emmarañar por ellos, aún cuando deberían saltar a la vista a todo el mundo.
Pero antes, recapitulemos. Tatu nació por el 99. Que yo sepa, para aquél entonces movimientos como el gay habían quedado atrás, como sinónimos de un conjunto de valores muy bonitos que omitiré por evitar ser cursi.




Nacieron las Tatu, dos pimpollitos menores de edad -creo- que decían ser más lesbianas que naide, y para muestra un botón, lo exhibían larga y anchamente en todos sus videoclips, conciertos, entrevistas, etc. Pero cualquiera que hubiera conocido lesbianas vería que Yulia -componente pelirroja de las Tatu- se rajaba cada dos por tres, y para ser tan lesbiana no lo llevaba tan bien como Lena, la otra pelandrusca. Aunque en eso la gente no se fijaba, pues era la que tenía las tetas más grandes, y, al igual que la religión, eso distrae al hombre en la búsqueda de la verdad.




Tatu fue un producto fabricado para alimentar a fetichistas all around the world. Además de lucir su cuerpo de chicas en proyecto de mujer, su lesbianismo y canciones pegadizas, lucían uniformes de colegiala.

Que yo no sé si en Russia se estila, ojo, pero desde luego en Japón debieron causar furor. Y para muestra, un botón.





Pero la gente quería creer. Adolescentes que se creían bisexuales creían la oportunidad de lucirse delante de sus compañeros de clase, tan opresores todos, declarando su sexualidad, esgrimiendo argumentos tan inteligentes a los 15 años como "Si las Tatu lo hacen, es que será lo correcto" -variante de "si a Cristina Aguilera se le ve el tanga, ¿por qué yo no puedo vestir así?", conocida por todos los barceloninos con buena memoria-.
Ríos de gente se empezó a declarar lesbiano-gay-y something in between, para ser más cools. La hostia que se metieron -equivalente a un porrazo a 200 Km hora en dirección equivocada- fue poca cuando se "descubrió" (porque antes no lo sabíamos y mucho menos sospechábamos) que en realidad las TATU no eran tortilleras.

Mi hostia, particularmente, vino cuando renacieron de sus cenizas.
Después de descubrirse el pastel, las Tatu volvieron a Rusia, de donde no debían haber salido, y los pederastas y fetichistas volvieron cabizbajos a sus putas casas, a vivir otro año de incomprensión social. Ellas pasaron una temporada en Rusia con el nombre cambiado: TEMA, compuesto también a base de siglas.

T.A.T.U: Show de Lesbianas Adolescentes Colegialas, en ruso.
T.E.M.A: Lesbianas se Quedan sin Show Pedófilo, de ahí que coincida la T de lesbiana y la A de show, en la lengua de Kournikova, por supuesto.


Pero las jodidas volvieron con el nombre original. Para hacerlo ya por la puerta grande, se impusieron el reto personal de renacer con la canción más cutre salsichera que pudiera componer un ente simiesco en cinco minutos. El single en cuestión es "All About Us", y en seguida explico el porqué de mi odio hacia él, pues es el quid de lo que quería tratar.

Como sabéis, la escala musical mayoritaria que se emplea en Europa y América está compuesta por siete notas, guardando entre ellas una relación matemática que se hace agradable al oído humano. Han habido, no obstante, otras escaleras con otras relaciones, otras notas, otro número de ellas. Entre ellas se cuentan la griega antigua -4 notas, que componen una música poco rica pero mediterranea- y la de muchas tribus amazónicas, consistente en diez notas. La diferencia entre ellas es como hablar de francos y pesetas o metros y yardas. En nuestra escalera, hemos cojido una medida a la que llamamos tono, de forma totalmente arbitraria, como es haber cogido la milla, el euro, el metro o el bus. A partir de ella formamos la escalera que tenemos, distanciando las notas por uno de esos tonos, excepto algunas de ellas, que distan de medio tono. De esta manera, de Do a Re tenemos un tono, pero de Mi a Fa tenemos medio. Estas combinaciones de tonos y semitonos dan lugar a las siete notas, a la escalera mayor y a la menor, y a otras tantas cosas que no sabré.
Las otras escaleras, como la Amazónica, también están ordenadas en referencia a otras unidades. Me parece recordar que ésta en concreto se monta alrededor de la medida que para nosotros equivaldría a un cuarto de tono.

En general, todas las escaleras son agradables al humano mediante la psicoacústica, es decir, un tipo de ciencia inconcreta y vacua que busca justificar por qué una cosa nos suena bien y otra nos hace rechinar (los dientes, no como los caballos o los perros).
Bueno... Quizá haya mentido en lo de que todas son agradables: en efecto, lo son, pero quizá no igual para unos y para otros. Por ejemplo, a pocos españoles conozco que no se aburran soberanamente al escuchar música japonesa tradicional. Parece evidente a simple oída -en contraposición a "simple vista", no es que sea analfabeto- que se sirve de otra escalera a la que no estamos acostumbrados, y nos parece música arbitraria y sin sentido ni lógica que la fundó.

Han habido músicos, mentes inquietas, que han ido en busca de otras escaleras además de la estandar Europea. Gente que se ha pateado a conciencia los rincones del planeta tierra para encontrar algo único y distinto.


Las Tatu no son ejemplo de ello. En su anteriormente mentado single, "All About Us", cogen la escalera que todos aprendimos, y la emplean de la manera en que todos la aprendimos, es decir, Do Re Mi Fa Sol La Si Do.
Las estrofas de esta aberración musical se componen de estas siete notas, sólo que colocadas una tras otras, y suma y sigue, unas cuantas veces durante la canción.
Si probáis a ver el vídeo y recordáis vuestra época en primaria, veréis que las notas que canturreabáis en clase son las mismas que ellas nos venden a 15 euros el CD como poco.

Todo decorado, eso sí, con algo positivo que caracteriza a las petardas estas, y es que tienen un sonido A-CO-JO-NAN-TE, que hace que el público medio se trague esa porquería sin rechistar. Chapeau al técnico que las masteriza.



¿Soy el único que se fija en estas cosas, aún cuando son evidentes? Como parece que al menos soy el único que reacciona, me comprometo a colgar en otras entregas de "grandes artistas del mundo musical y su mierda" reportajes como "Avril Lavigne: esa pija que se cree punky", "Tiziano Ferro: ese italiano al que no le gustan las mexicanas", "David Civera: la copia de él mismo" y otras bizarradas que puedan entrar dentro de la música comercial.

Como despedida, decir que las Tatu nos piden perdón por la mierda que nos han hecho tragar hasta la fecha con su nuevo single, Gomenasai (o kumenasai), que también hará las delicias de los japomierdas fetichistas, pues, aunque no van de colegiala (ahora son mayores de edad, para alegría de todo pedófilo arrepentido que quiera entrar en la legalidad) si chapurrean japonés, aunque a nosotros nos la suda, porque nos suena igual que el ruso.



PD: Significa "perdón" en japonés, para quien no lo hubiera cogido.

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